Glenn Laverack. Departmento de Sociología e Investigación Social. Universidad de Trento. Italia.
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Glenn Laverack. glenn.laverack@unitn.it
La COVID-19 llegó para quedarse. No tenemos el control de un virus altamente infeccioso que se está propagando con rapidez. Las medidas preventivas no han funcionado, el número de casos, ingresos hospitalarios y muertes están aumentando y el resurgimiento es ahora una realidad. No hemos podido proteger a nuestras personas mayores en hogares para la tercera edad, no hemos podido evitar que nuestros y nuestras adolescentes propaguen el virus, pero lo peor de todo es que no hemos empoderado a las comunidades para protegerse a sí mismas. En tiempos desesperados de la COVID-19, han sido necesarias medidas desesperadas, pero estas han llevado a la quiebra de muchas empresas y muchas personas han perdido sus sustentos. Los planes de retención de empleo han ayudado a algunas personas a quedarse en casa, pero las graves dificultades económicas y sociales continuarán, a menos que hagamos todo lo posible y utilicemos todas las oportunidades y herramientas para evitar medidas duras. Es importante comprender que no existe una solución clara de arriba abajo para la pandemia. Los gobiernos deben ganarse la confianza de su ciudadanía y hacer que los y las líderes locales, las autoridades locales y el público los acompañen cuando tomen decisiones difíciles, especialmente sobre las medidas relacionadas con el control de la población.
La respuesta a la pandemia ha sido impulsada por los datos epidemiológicos que solo pueden proporcionar una interpretación amplia de lo que realmente está sucediendo. Son las ciencias sociales y del comportamiento las que nos permiten comprender mejor el contexto, cómo las personas propagan el virus, cómo interactuar con grupos de difícil acceso y cómo apuntar a entornos de alto riesgo. Las ciencias sociales y del comportamiento han sido una característica ausente de la respuesta pandémica y nos habrían ayudado a comprender la infección cruzada en los hogares para la tercera edad, las familias generacionales mixtas y la adolescencia. Debemos cuestionar las decisiones de política de salud pública que no tienen un conocimiento profundo de los datos epidemiológicos y de las ciencias sociales. En un entorno pandémico que cambia rápidamente, es posible incluir las ciencias sociales si estamos preparados para aprender de las lecciones de brotes de enfermedades anteriores1.
La respuesta a la pandemia está ahora bajo escrutinio por no involucrar activamente a los y las líderes y comunidades locales con la suficiente antelación en las decisiones sobre cómo prevenir la propagación del virus. Los gobiernos deberían haber dado igual prioridad a las acciones de arriba abajo (políticas, regulación y cumplimiento) que a las de abajo arriba (comunidades, líderes locales). Todavía hay un papel importante para la comunicación, el término medio, especialmente en el suministro de mensajes claros y coherentes. Los gobiernos ahora deben encontrar una manera de aprovechar el potencial de las personas, las familias y las comunidades para abordar la propagación de la COVID-19. Las organizaciones comunitarias pueden desempeñar un papel fundamental en el establecimiento de la confianza y en proporcionar un puente entre el gobierno y el nivel local. Es importante que los gobiernos reconozcan el valor de las organizaciones comunitarias para ayudar a fortalecer su capacidad, para construir asociaciones con ellos y para proporcionar más recursos para las actividades de prevención a nivel local. Las fuentes de financiación más sólidas para las organizaciones comunitarias, dirigidas a través de los y las líderes locales y de las autoridades locales, deben convertirse en una parte fundamental de la respuesta a la pandemia.
En tiempos desesperados de la COVID-19, una vacuna es el medio más viable para prevenir la propagación del virus. Sin embargo, incluso si se puede producir en masa una vacuna eficaz y segura, no hay garantía de que suficientes personas la utilicen voluntariamente para lograr la «inmunidad de rebaño». Las regulaciones gubernamentales, incluido el uso de certificados de vacunación para el empleo y los viajes, podrían convertirse en una característica de control del futuro. Los movimientos antivacunas y de derechos humanos y la desinformación de varias fuentes, incluidas las redes sociales, han ayudado a crear una indecisión para aceptar una vacuna COVID-19. Llegar a quienes no pueden o no quieren usar los servicios de vacunación será fundamental para controlar la propagación de la COVID-19 mediante el diálogo con las comunidades, la creación de redes de apoyo y el trabajo con las autoridades locales y los líderes locales.
Las intervenciones para un único riesgo conductual específico, como el distanciamiento social, tienen poco impacto en los determinantes que causan el riesgo en primer lugar. Cumplir con las medidas preventivas es especialmente difícil cuando se vive y trabaja en condiciones de hacinamiento. El enfoque en el comportamiento individual puede crear una cultura de «culpar a la víctima», al hacer que las personas se sientan culpables porque están expuestas a riesgos, cuando a menudo están fuera de su control. La comunicación, la regulación y el cumplimiento no han sido suficientes para garantizar que todos cumplan con las medidas preventivas recomendadas para combatir la COVID-19. El incumplimiento de las medidas seguirá siendo una característica durante la pandemia, a menos que el cambio de comportamiento vaya acompañado de un marco de políticas que cree un entorno propicio y ayude a empoderar a las personas para que puedan tomar el control de sus propias circunstancias2.
La promoción de la salud en la época de la COVID-19 tiene un papel importante para ayudar a las personas a empoderarse a sí mismas y a los demás, en lo que respecta a tomar las decisiones correctas y acceder a los recursos para prevenir la propagación del virus. La promoción de la salud puede aumentar las habilidades personales y ayudar a las organizaciones comunitarias a mantener una transmisión comunitaria baja. La promoción de la salud se relaciona con las personas y les ayuda a organizarse mejor a través de las redes sociales para apoyarse y protegerse mutuamente, incluidos los ancianos. La promoción de la salud puede crear conciencia y movilizar a las personas para que utilicen los servicios de vacunación y así reducir las dudas sobre las vacunas. Los enfoques personalizados de promoción de la salud también tendrán un papel importante para llegar a quienes no pueden o no quieren mantener la responsabilidad social. La promoción de la salud ha tenido cierto éxito en el tratamiento de las enfermedades no transmisibles, y esto seguirá siendo importante junto con el tratamiento de los efectos crónicos del «COVID prolongado», en particular, las complicaciones psicosociales. La COVID de larga duración es un problema de salud emergente que requerirá servicios de promoción de la salud para brindar información y esquemas de apoyo a las personas supervivientes, y ayudar a reducir el estigma asociado con la infección.
La COVID-19, aunque mortal para algunos, es relativamente benigna para la mayoría de las personas. Debemos aprender de las lecciones de esta pandemia para estar mejor preparados profesionalmente para los futuros brotes de enfermedades más graves. Responder a una pandemia exige un conjunto único de competencias y esta nueva función de los profesionales de la promoción de la salud ya se ha definido3. Combinado con una fuerza laboral más competente y flexible culturalmente, el desafío de responder a los brotes de enfermedades presenta una oportunidad apasionante para fortalecer el alcance de la promoción de la salud en el futuro.
Bibliografía
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Laverack G, Manoncourt E. Key experiences of community engagement and social mobilization in the Ebola response. Glob Health Promot. 2016:23(1):79-82. Doi: 10.1177/1757975915606674.
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Laverack G. The challenge of behaviour change and health promotion. Challenges. 2017;8(2):25. Doi:10.3390/challe8020025C.
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Laverack G. Health promotion in disease outbreaks and health emergencies. Boca Ratón: CRC Press. Taylor & Francis group; 2017.
Fecha de recepción: 15 de octubre de 2020 | Fecha de aceptación: 16 de octubre de 2020 |
Editora responsable: Blanca Botello Díaz |
glenn laverack
17-02-21
Gracias. Estoy de acuerdo en que existen varios factores de riesgo, incluidos el tabaquismo, la edad, el tipo de familia y el estado de salud de COVID.
Eva Tabueña
29-11-20
En la actualidad, es una prioridad poner en marcha medidas de prevención y control de la infección por coronovirus para frenar la pandemia de COVID19. Entre las medidas que se contemplan se encuentran las dirigidas a reducir el contagio, mediante protección individual (higiene de manos, uso de mascarilla, distancia social y reducción de contactos estrechos) y las destinadas a disminuir la transmisión, con el aislamiento de casos, la cuarentena de contactos y el establecimientos de protocolos para promover espacios seguros, tanto en el entorno laboral como en educativo y de ocio. Uno de los factores de riesgo que parecen estar relacionados con complicaciones de la COVID19, y por tanto con una mayor mortalidad asociada, es el consumo de tabaco (y otros productos relacionados con la nicotina). Diversos estudios han reflejado que las personas consumidoras de productos relacionados con tabaco podrían ser más vulnerables a la infección y las complicaciones de la COVID19. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el consumo de productos de tabaco aumenta la posibilidad de transmitir el virus.