Luis de la Revilla Ahumada. Emérito del Hospital Universitario Virgen de las Nieves (Granada)
Emilia Bailón Muñoz. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud del Albaicín (Granada)
Para contactar:
Emilia Bailon Muñoz: ebailon@semfyc.es
Resumen
El apoyo social es un proceso interactivo, merced al cual el individuo obtiene ayuda emocional, instrumental o económica de la red social en que se encuentra inmerso.
Existen numerosos estudios que demuestran el impacto que ejerce el apoyo social sobre los procesos relacionados con la salud y la enfermedad, y recientes investigaciones han relacionado el apoyo social con la mortalidad, de forma que cuando este es insuficiente determina un mayor riesgo de muerte. Se tiende a dividir el apoyo social en dos grandes categorías: la que se ocupa de los aspectos cuantitativos o estructurales y la correspondiente a los aspectos cualitativos o funcionales.
El cuestionario Medical Outcomes Study (MOS), validado en población española, es el instrumento más adecuado, de los que disponemos en la práctica diaria, para estudiar y evaluar el apoyo social. Permite conocer las dimensiones emocional, instrumental, afectiva y de interacción social positiva, además de ofrecer un índice global de apoyo social.
Palabras clave: apoyo social percibido, red social, dimensiones apoyo social, evaluación apoyo social, impacto resultados de salud, cuestionario MOS.
Por primera vez, en la década de 1970 algunos autores observaron que el estado de salud podía afectarse por una serie de variables, anteriormente ignoradas, que se agruparon bajo el concepto de apoyo social. Desde entonces se han llevado a cabo numerosos trabajos que demuestran que el apoyo social tiene un efecto «mejorador» o protector sobre un gran número de parámetros relacionados con la salud. Así, existen estudios, como el de Asher1, que muestran el importante impacto positivo de la red social sobre la salud, o el realizado por Blake y Mckay2, en el que se pone de manifiesto la conexión existente entre el apoyo social y la enfermedad.
En los últimos años ha aumentado considerablemente el número de investigaciones sobre el impacto del apoyo social sobre diversos procesos relacionados con la salud y la enfermedad. Existen numerosos estudios que demuestran que una baja percepción del nivel de apoyo social influye negativamente sobre el estado de salud, dando lugar a síntomas orgánicos, psíquicos y psicosomáticos3-5. Donde es necesaria su valoración, sobre todo, es en las intervenciones sobre los problemas psicosociales, ya que la presencia de apoyo social va a tener un papel muy importante para prevenirlos o modularlos, por un mecanismo tampón o amortiguador, frente al efecto negativo de los acontecimientos vitales estresantes6,7.
Se ha constatado que las personas que cuentan con escasa red y apoyo social no solo tienen más problemas de salud, sino que son más hiperutilizadoras; se ha argumentado que este uso excesivo de servicios de salud podría deberse a que las personas que tienen bajo apoyo social en su medio familiar lo buscan acudiendo a su médico8.
Existen dificultades para definir el apoyo social, hecho que podemos comprender fácilmente si asumimos que se trata de un concepto complejo, en el que se incluyen diversos componentes con diferente significación, y que además han sido interpretados de forma distinta.
Así, en la literatura encontramos varias definiciones de este término. Barrera9 lo define como la ayuda real o percibida que el individuo recibe a través de sus relaciones interpersonales, tanto en el plano emocional como en el instrumental, para una situación específica. Es relevante la percepción del apoyo social, ya que la realidad para el individuo es fundamentalmente «la realidad percibida»; de hecho, nos encontramos con personas que tienen en su entorno cercano una buena red de apoyo, pero si esas personas no lo perciben así, dicha red no será buena.
Para Bowling10, el apoyo social es un proceso interactivo, merced al cual el individuo obtiene ayuda emocional, instrumental, o económica de la red social en que se encuentra inmerso. Shumaker y Brownell11 destacan el carácter de intercambio de recursos entre dos individuos percibidos uno como receptor y otro como proveedor con el fin de mejorar el bienestar del primero. Por su parte, Lin y sus colaboradores12 consideran que el apoyo social consiste en todos aquellos elementos, funcionales o estructurales, reales o percibidos, que el individuo recibe de su comunidad, su red social y sus amigos íntimos. Cobb13, en su trabajo, define el apoyo social como «la información que lleva al sujeto a creer que es cuidado y querido, valorado miembro de una red con obligaciones recíprocas», existiendo, por tanto, un intercambio de aspectos: a) de información, objetiva, personal y de terceras personas; b) de tipo emocional; c) de tipo material, y d) características de la relación.
Dimensiones del apoyo social
Se tiende a dividir el apoyo social en dos grandes categorías, la que se ocupa de los aspectos cuantitativos o estructurales y la correspondiente a los aspectos cualitativos o funcionales.
El componente cuantitativo o estructural se refiere al número de personas a las que puede recurrir el individuo para que le ayude a resolver los problemas planteados, es decir a su red social, que comprende todos los contactos sociales de cada persona.
El apoyo cualitativo o funcional tiene un carácter subjetivo, referido a aspectos informales del apoyo que inducen en el individuo sentimientos de bienestar afectivo, aportándole amor, reconocimiento, consejo o guía. Es decir, el apoyo social cualitativo tiene un significado subjetivo, que desencadena en el individuo una vivencia positiva o negativa. La importancia de este componente ha llevado a algunos autores a afirmar que el apoyo social existe únicamente cuando promueve determinados sentimientos en el individuo que lo recibe.
El carácter multidimensional del apoyo social cualitativo obliga a determinar y a agrupar alguna de sus características, tales como:
El apoyo instrumental o tangible
Cualifica el tipo de ayuda material o asistencial, que de alguna manera puede ser medido y objetivado. Se incluye aquí el apoyo económico o financiero, la ayuda material para conseguir algo, la colaboración para las tareas domésticas y el cuidado de los hijos o de alguien que esté enfermo.
El apoyo emocional o afectivo
En él podemos distinguir tres niveles: en el primero se incluyen las demostraciones reales de amor, estima, cariño, empatía. En el segundo se encuentra la disponibilidad de personas que puedan proporcionar esas emociones; es decir, la existencia de relaciones afectivas en la red del individuo, y en el tercero, la percepción por parte de la persona de estas manifestaciones de apoyo, esto es, cómo se siente amado o admirado. La actuación conjunta de estos tres niveles incide sobre conductas relacionadas con los sentimientos de bienestar afectivo.
El apoyo confidencial
Se entiende como la posibilidad de contar con personas a las que se les puedan comunicar problemas, hechos relevantes, situaciones conflictivas, o asuntos íntimos que requieren comprensión y ayuda.
El apoyo informacional
Se incluyen aquí todos aquellos contactos a través de los cuales se recibe información o consejo, gracias a los que se conoce mejor el entorno familiar, comunitario, y laboral, facilitando, además, ajustarse a los cambios que se producen en su medio social.
La interacción social positiva
Esta dimensión del apoyo corresponde a la disponibilidad que tienen las personas, tanto las que lo reciben como los que lo aportan, para reunirse, divertirse y pasarlo bien.
Técnicas para evaluar el apoyo social: el cuestionario MOS
Existen diferentes sistemas para medir el apoyo social, en relación con las distintas medidas y dimensiones del apoyo que se quieran medir. La elección se facilita si tenemos claro qué dimensión queremos medir del apoyo, si conocemos su relación con la salud y si sabemos el coste en tiempo que tiene su uso, sobre todo si por razones del nivel educativo del encuestado no se puede autoadministrar.
En la línea de aportar instrumentos de rápido y sencillo manejo para evaluar el apoyo social, hace unos años validamos14 el cuestionario Duke-UNC modificado por Broadhead15. A nuestro juicio este cuestionario tiene dos limitaciones: una no cuantificar la red social y otra limitarse a evaluar solo dos dimensiones del apoyo cualitativo.
El mejor de los instrumentos de que disponemos en la práctica diaria es el MOS, que es un cuestionario que evalúa el apoyo social. Este cuestionario breve y multidimensional, que puede ser autoadministrado, fue propuesto por Sherbourne y Stewar16 y desarrollado por un grupo de estudio para analizar diferentes estilos de práctica médica de la Atención Primaria en Estados Unidos y las dimensiones de los recursos en pacientes con distintas patologías.
Fue validado en 2005 por Revilla y sus colaboradores17, para su uso en Atención Primaria en nuestro país. Según los autores se trata de un instrumento válido y fiable que nos permite tener una visión multidimensional del apoyo social, que ayuda a poner de manifiesto situaciones de riesgo social elevado, para poder intervenir sobre las personas y sus entornos sociales en función de las necesidades detectadas.
El grupo de trabajo MOS, liderado por Sherbourne y Stewar, realizó una reagrupación de las dimensiones del apoyo social cualitativo, al incluir el apoyo confidencial e informacional bajo la denominación de «apoyo emocional», por considerar que tanto la confidencia como la información pueden percibirse como expresión de afecto y preocupación por la persona que las recibe, quedando el apoyo afectivo para valorar la percepción de disponer de personas que trasmitan sentimientos de amor, estima, cariño o empatía. Las otras dos dimensiones, apoyo instrumental e interacción social positiva, se mantendrían según la clasificación inicial de las dimensiones del apoyo cualitativo.
La primera pregunta del cuestionario valora el apoyo social cuantitativo. Ello hace posible que conozcamos dos dimensiones de la red social: su composición, que, atendiendo a la relación de amistad o parentesco, puede ser de tres tipos: familiar, extrafamiliar o mixta, y su tamaño, que hace referencia al número de personas que componen la red social.
Las siguientes 19 preguntas se miden con una escala de Likert, puntuando de 1 a 5 (tabla 1), y permiten conocer cuatro dimensiones del apoyo social cualitativo: emocional, instrumental, afectivo y de interacción social positiva, además de ofrecer un índice global de apoyo social.
El apoyo emocional (confidencial-informacional), entendido como la posibilidad de contar con personas a las que se les puedan comunicar problemas o asuntos íntimos que requieren comprensión y ayuda, y el informacional, referido a la posibilidad de disponer de guía, oferta de consejo e información, lo miden los ítems 3, 4, 8, 9, 13, 16, 17 y 19.
El apoyo instrumental, esto es, la provisión de ayuda material que puede recibir el consultado, lo recogen las preguntas 2, 5, 15 y 12.
La interacción social positiva, que indica las personas con las que el paciente cuenta para salir, divertirse o distraerse, la miden los ítems 7, 11, 14 y 18.
El apoyo afectivo, que incluye las expresiones de amor y afecto, corresponde a las preguntas 6, 10 y 20.
Por último, el índice global de apoyo social se obtiene sumando los puntos de los 19 ítems del cuestionario.
En la tabla 2 se exponen los valores máximo, mínimo y medio del índice global de apoyo social y de las cuatro dimensiones de apoyo investigados.
Consideraremos que el apoyo global es escaso cuando el índice es inferior a 57 puntos. Se podrá catalogar como falta de apoyo emocional (confidencial/informacional), instrumental, de interacción social y afectivo cuando las puntuaciones estén por debajo de 24, 12, 12 y 9, respectivamente.
Conclusión
El cuestionario MOS, validado en población española, es el instrumento más adecuado, de los que disponemos en la práctica diaria, para estudiar y evaluar el apoyo social. Permite conocer las dimensiones emocional, instrumental, afectiva y de interacción social positiva, además de ofrecer un índice global de apoyo social.
Bibliografía
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- Blake RL, Mckay DA. A single-ite measure of social supports as a predictor of morbidity. J Fam Pract. 1986;22:82-4.
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LORENA HERNANDEZ SAEZ
28-09-24
Gran instrumento de evaluación. Soy Trabajadora social y este tipo de herramientas facilitan el trabajo de valoración y dan objetividad.