Sheila Sánchez Gómez. Enfermera familiar y comunitaria. Doctora en Enfermería. Centro de Salud Zaramaga. Osakidetza
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Sheila Sánchez Gómez: sheila.sanchezgomez@osakidetza.net
La palabra motivación deriva del latín motivus o motus, que significa «causa del movimiento». Es un estado que nos activa, que nos dirige, que nos mueve. Para los profesionales de la salud, el trabajo sobre la motivación nos resulta cercano, por ejemplo cuando abordamos procesos educativos de cambio de hábitos o a la hora de movilizar al equipo de salud y a diferentes agentes para iniciar un proceso de participación e intervención comunitaria. En este caso, Valentín Fuster nos acerca a través de su obra al mundo de la motivación desde un análisis crítico de la sociedad actual.
Bajo la visión del autor, frente a una sociedad en crisis donde los viejos valores y estructuras se encuentran cuestionados, donde la desesperación y el desánimo se han extendido, parece evidente que debemos dar pasos hacia una sociedad más humana, más altruista y más justa, en la que uno de los motores de ese cambio sea, tal como defiende el autor, la motivación del individuo. Una motivación entendida, según palabras del propio Fuster, como «una actitud positiva, una disposición de ánimo optimista».
Valentín Fuster, eminente cardiólogo y científico, también ha pasado malas rachas y contratiempos (dificultades laborales, académicas, un cáncer, etc.), que, lejos de abatirlo, le han servido de fuerza e inspiración para compartir con sus lectores su método para estar motivado.
Fuster utiliza la imagen de un círculo dividido en cuatro tramos que simbolizan las cuatro fases del proceso de motivación. El sureste o la frustración, el suroeste o la motivación (tramo que constituye la esencia del libro), el noroeste o la satisfacción y el noreste o la pasividad. En la presente obra, el lector compartirá con Fuster sus reflexiones sobre cómo podemos subir la pendiente del círculo y alcanzar la motivación. Hace referencia a cuatro tareas básicas o cuatro «T»; buscar tiempo para la reflexión, descubrir nuestro propio talento, transmitir optimismo y ejercer la tutoría. Estas cuatro tareas se proyectan hacia la sociedad a través de cuatro acciones, a las que ha denominado las cuatro «A»: actitud positiva, aceptación, autenticidad y altruismo. También reflexiona sobre cómo no sucumbir a las fuerzas negativas que nos impiden avanzar. Fuerzas que se materializan en personas que no solo no transmiten optimismo, sino que además frenan sueños y proyectos ajenos.
Lejos de ser una mera declaración de intenciones o exposición teórica, El círculo de la motivación (figura 1) nos presenta un centenar de casos y experiencias vitales que sirven para motivarnos y ver que la trasformación positiva de nuestras vidas es posible.
Las últimas páginas del libro las escribió en Kenia, donde relata su participación en el proyecto del Mount Sinai para extender el control de la hipertensión en aldeas remotas, donde su frustración inicial (por las condiciones sanitarias, de vida, etc.) se fue transformando en motivación a medida que observaba los estrechos lazos de solidaridad y el espíritu de colaboración entre los pacientes, y entre estos y los médicos y enfermeras. Hizo todo el recorrido por el círculo; consiguió motivarse y de la frustración inicial pasó a la enorme satisfacción por haberse desplazado hasta allí y haber podido observar que, si un grupo de personas se lo propone, su proyecto funciona con independencia del contexto, los recursos y las dificultades.
Por ello Fuster nos anima a cultivarnos a diario, con constancia y a mantener una actitud activa para no caer en la pasividad y la frustración.
Animo a los lectores de Comunidad a adentrarse en la lectura de este libro, con el deseo de que sirva de motivación para iniciar intervenciones comunitarias (aun siendo esta una época adversa), para aumentar la participación de los diferentes agentes comunitarios en el cuidado de la salud y avanzar hacia la evaluación e investigación de estas iniciativas, de tal forma que se visualicen y pongan en valor. En palabras de Fuster, «rendirse no es una opción; sigamos avanzando».
Terminamos con una cita que el propio autor recoge en el prólogo de su libro:
«Es una cuestión de disciplina —me decía más tarde el Principito—. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso, pero muy fácil.»
Antoine De Saint-Exupéry, El Principito