El número especial 25 años de Comunidad pretende recuperar diez artículos publicados en la revista. Los artículos describen elementos indispensables en las actividades comunitarias que significan piezas del patrón de un traje comunitario. Algunas de estas piezas están tejidas con costuras fuertes, otras solo están hilvanadas y otras están a prueba. Todas ellas han sido elegidas tras una lectura de los distintos números donde han participado los grupos del Programa de Actividades Comunitarias de Atención Primaria (PACAP) de distintas comunidades, el propio comité editorial y otras personas clave del comité científico. Tras la lectura, se han clasificado las piezas, los textos, relevantes según el año y, posteriormente, se han buscado elementos novedosos que no hayan perdido actualidad, aportaciones metodológicas o resultados interesantes desde el punto de vista de la participación comunitaria y, por último, elementos favorecedores de la construcción de redes, más allá del centro de salud.
La primera pieza es un editorial, «Futuro de las actividades comunitarias en salud»1, de nuestro querido Juan Luis Ruiz-Giménez, que dejó un gran legado en este taller de costura de la salud comunitaria. Juan Luis describe nuestra actual situación histórica y analiza la reorientación de los servicios sanitarios teniendo en cuenta las distintas fórmulas planteadas y el desarrollo comunitario de carácter participativo. Asimismo, plantea hilos y costuras que pueden favorecer que las actividades comunitarias tengan una mayor implantación en la década actual.
Siguiendo el hilo argumental de este editorial, la reorientación de los servicios sanitarios merece una discusión, en especial, la participación comunitaria. Por ello se rescata el artículo «Participación comunitaria. Documento de discusión sobre un modelo de participación comunitaria en el Sistema Nacional de Salud del Estado español»2. Este documento de 2005 recoge las consideraciones técnicas, la situación en esos años y las propuestas para un modelo alternativo.
Este hilo de la participación se une con otro, cómo trabajamos la salud comunitaria, y por ello hemos recuperado «La intervención comunitaria»3, escrito por Luz Morín Ramírez y Marco Marchioni, que también nos dejó una gran herencia. Los dos autores analizan la función fundamental de los equipos comunitarios para promocionar la salud comunitaria desde los territorios y los centros de salud, subrayando que para implementar un programa de salud comunitaria es clave compartir conocimientos entre los diferentes actores implicados. Este artículo forma parte de la sección «Formación», que se desarrolló durante varios años en la revista y en el que se publicaron artículos sobre aspectos indispensables que proporcionaban interesantes herramientas para tejer una mayor implantación de las actividades comunitarias.
Si se considera que promover actividades comunitarias es esencial, se estará de acuerdo en que estas intervenciones han de ir acompañadas de una evaluación para descubrir lo que debemos seguir haciendo o hacer mejor y lo que debemos dejar de hacer. Por ello, hemos recuperado el artículo «La evaluación en el ámbito comunitario»4, escrito por Elia Díez David, M.a José López y Anna Pérez Giménez. La intervención comunitaria sin duda mejora la salud, pero se necesita describir la propia intervención, establecer fases secuenciales y conocer los tipos principales de evaluación de las intervenciones.
Dentro de los factores favorecedores de las actividades comunitarias, se puede contar con crear o promover el contexto comunitario tal y como se citaba en el editorial recuperado de Juan Luis. En este sentido, ¿qué proyectos comunitarios llegaron a Comunidad con una red profesional, una acción intersectorial y la promoción de las interrelaciones con la ciudadanía? Hay muestras de proyectos que siguen con vida y que han mantenido su tejido evolucionando durante estos años. Uno de ellos es «Proyecto Progreso: un sistema sanitario participado para el desarrollo integral del modelo de Atención Primaria de Salud»5, escrito por Ignacio Maynar Mariño, Raquel Nieto Ramírez, Pilar Montero de Espinosa Pérez, M.a Ángeles Madueño García, M.a Dolores Fernández López y M.a Ángeles Maynar Mariño. Proyecto Progreso ha evolucionado y dado lugar a un desarrollo en Extremadura del que el propio grupo PACAP extremeño ha sido partícipe. Por otro lado, extraemos otro retal, «Salut als Barris en Barcelona, una intervención comunitaria para reducir las desigualdades sociales en salud»6, escrito por Elia Díez David, Maribel Pasarín Rua, Ferran Daban Aguilar, Núria Calzada Lombana, Carmen Fuertes Martínez, Lucía Artazcoz Lazcano y Carme Borrell Thió. Salut als Barris es otro proyecto de salud comunitaria que ha ido avanzando a lo largo de los años. Se inició en 2007 y se fue desarrollando con distintas propuestas, aprendiendo y mejorando gracias a la evaluación continuada que se ha ido haciendo de sus intervenciones7.
Establecer el empoderamiento de la ciudadanía significa redefinir el rol del individuo como coproductor, tal como señala el editorial. Y otra pieza es el «Projecte RIU: un riu de cultures, un riu de salut. Una propuesta de intervención en salud en entornos vulnerables»8, escrito por Joan J. Paredes-Carbonell, Dory Aviñó Juan-Ulpiano, Rosanna Peiró Pérez, Conxa Bosch Vercher, Isabel Ramo Chordà, Vicente Palop Larrea y Rosendo Sanz Bou. Este proyecto busca un espacio influyente, basado en la educación entre iguales y en las mujeres como generadoras de acciones. Se trata de un proyecto que apostó por una intervención comunitaria de abajo arriba y que ha ido evolucionando durante los años posteriores9-11.
Iniciar un proceso comunitario en un territorio determinado12-14 requiere de una profunda reflexión previa que nos sitúe adecuadamente. Desde el marco de Atención Primaria y el sector sanitario, debemos establecer acciones de abogacía y buscar los conectores existentes en los territorios14. En ocasiones, hay agentes que pueden surgir de otros contextos, como por ejemplo la farmacia comunitaria, tal como se explica en el artículo «Diagnóstico inicial de salud desde la farmacia comunitaria en el barrio de San Isidro de Granadilla de Abona (Tenerife)»15, escrito por Nicolás Mba Bee Nchama, Antonio Villafaina Barroso, Natalia Correa Magdalena, Leonor Rodríguez Delgado, Daniel Reyes Estévez y Javier Vicente Cardoso. Este trabajo recorre los elementos esenciales del diagnóstico de salud aplicable a cualquier territorio.
Los activos para la salud han significado una revitalización del contexto promotor de salud y de la propia salud comunitaria y nos han permitido tejer y coser redes con otras ópticas, buscando lo que genera salud y tratando de lidiar con los riesgos y déficits que nos podemos encontrar a nivel individual, grupal y organizativo. Durante este tiempo, los mapas de activos en salud han tenido un valor muy importante16. En relación con este tema, recuperamos «Del mapa del tesoro a la red de activos en salud»17, de Jara Cubillo Llanes, Nuria Rosado Muñoz, Vanessa Sanz Martín, Berta García Árbol, Isabella Kennedy Brown y Mapeando Carabanchel Alto. En este trabajo se recoge el ciclo del mapeo de activos y se explica su metodología y se establecen los resultados, con la intención de seguir trabajando para hacerlos visibles de manera compartida.
Los años 2020-2022, años de pandemia, han significado una nueva vivencia de la salud comunitaria. Para dar muestra de cómo se han movilizado esos activos comunitarios, hemos elegido «Redes comunitarias: evaluación de la respuesta a la emergencia social durante la primera ola de la pandemia por COVID-19 en Cataluña»18, escrito por Angelina González-Viana, Nuria Pastor Ibáñez, Daniela Campaz Landazábal, Noelia Sanmamed Saiz y Alba Roselló-Novella Carmen Cabezas Peña. Este trabajo culmina con la recomendación del trabajo en red a nivel local de Atención Primaria y entidades municipales con las redes municipales.
Estas diez piezas del traje comunitario necesitan otros revestimientos y, para ello, hemos ampliado los textos que podréis leer en una edición online. Porque existen experiencias mantenidas en el tiempo que vale la pena revisitar, porque la participación comunitaria con la adaptación de la guía NICE merece tener otra oportunidad, porque hay trabajos locales de valor, diseños evaluativos, respuestas ante la pandemia y documentos clave que merecen volver a la moda del diseño comunitario.
Comité Editorial de Revista Comunidad